16 nov 2012


"La vida es simultáneamente trágica y cómica, al mismo tiempo absurda y profundamente significativa."


Paul Auster











15 nov 2012


"Acabas de cumplir ochenta y dos años. Has encogido seis centímetros, no pesas más de cuarenta y cinco kilos, y todavía guardas la gracia deseable de la hermosura. Hace cincuenta y ocho años que vivimos juntos y te amo más que nunca. Hace poco he vuelto a enamorarme de ti y llevo en mi seno, de nuevo, un vacío devorador que sólo colma tu cuerpo apretado contra el mío. Por las noches veo a veces la silueta de un hombre sobre una carretera vacía que atraviesa un paisaje desierto. El hombre camina tras un coche fúnebre, y el coche fúnebre te lleva a ti. No quiero asistir a tu incineración, no quiero que me envíen un bocal con tus cenizas. Oigo la voz de Kathleen Ferrier que canta «Die welt ist leer, Ich will nicht leben mehr», y me despierto. Acecho tu aliento, mi mano te roza. A los dos nos gustaría no tener que sobrevivir al otro. Y nos dijimos que si, por imposible que parezca, tenemos una segunda vida, querremos vivirla juntos."


Carta a D. (Historia de un amor)
 André Gorz












14 nov 2012



Y sabiendo que como siempre me costaba mucho menos pensar que ser.





Julio Cortázar












13 nov 2012




Defensa de la alegría

a trini

Defender la alegría como una trinchera
defenderla del escándalo y la rutina
de la miseria y los miserables
de las ausencias transitorias
y las definitivas

defender la alegría como un principio
defenderla del pasmo y las pesadillas
de los neutrales y de los neutrones
de las dulces infamias
y los graves diagnósticos

defender la alegría como una bandera
defenderla del rayo y la melancolía
de los ingenuos y de los canallas
de la retórica y los paros cardiacos
de las endemias y las academias

defender la alegría como un destino
defenderla del fuego y de los bomberos
de los suicidas y los homicidas
de las vacaciones y del agobio
de la obligación de estar alegres

defender la alegría como una certeza
defenderla del óxido y la roña
de la famosa pátina del tiempo
del relente y del oportunismo
de los proxenetas de la risa

defender la alegría como un derecho
defenderla de dios y del invierno
de las mayúsculas y de la muerte
de los apellidos y las lástimas
del azar
y también de la alegría.


Mario Benedetti 














12 nov 2012




Tenemos que apurarnos hacia el encuentro, porque en nuestro caso el futuro es un inevitable desencuentro.




La Tregua
Mario Benedetti



"DESENCUENTRO" ADELA CASADO















11 nov 2012


Yo no estoy soñando, lo recuerdo, olvidé cómo se soñaba; quizás esto sea un mar, bien puede ser la tierra, encima el cielo deshaciendo su cabellera.

Esto no es un mar sin olas, es una lámina descolorida, un día muerto por dagas invernales, un día fusilado por lluvias.

De pronto lo rompen manotazos de campanas, tictaqueos de sombras, y se cierra como una cuchillada de trenes oxidados devorando las cerezas maduras del sol.

Propicio tiempo para levantar cruces de barro en el pecho de mapuches asesinados, para los caballos crepusculares que se extravían en las acequias.

Ya lo sé, debo escaparme de los ahogados que flotan en los pozos, voy a beber grandes tragos de poemas silvestres veo desde el umbral al atardecer mordiendo plazas,

aferrándose gelatinosamente a los tejados rotos, hasta caer junto a muchachas desfloradas en graneros solitarios a las antiguas bodegas de la noche.

Pálidamente las horas se reúnen a jugar a las cartas en torno a la mesa de los días, desconozco el tren que me dejó entre ellas, viéndolas alimentarse de cantos estrangulados, persiguiendo a mis amigos, arrastrándolos en el río del tedio.

Yo no sueño, todo cuanto veo es cierto, ellos pasan del brazo de mujeres desdentadas, riendo largamente.

Una ola invade mi habitación, recuerdo a mi vecina cantando hasta que el cielo le llenaba las manos de azul, yo no besé esas manos, yo tenía al viento cordillerano arañándome, y la muerte oculta tras viejas y profundas fotografías.


Aferrado a un puente de madera, inclinado sobre las venas turbias de la noche pasan botellas vacías, libros oxidados de relecturas, el barrio de las prostitutas pobres donde cierro los labios por no decir mi nombre.

No es nada esto, sólo que a veces siento temor de saber quién soy verdaderamente.

Me gustaría despertar con los labios húmedos como después de los largos besos de las sabias primas, como si estuviese tomando café servido por mis hermanas.

Pero si abro los ojos también estaré sumergido, pues la lluvia hace girar su pausado gramófono, mientras hay un nevar de alas deshechas por los días, velorios humedecidos de vino, y esta mano helada en mi garganta, helada como parroquias y confesionarios que no se desprende, si la pudiese deshacer un brillar de días felices.

Ahora lo sé, he estado siempre despierto, mirando silenciosamente la estación sumergida donde los huesos de las nubes hilachean los árboles.

Alguien me debe esperar -quizás algunos muertos- pues voy hacia las chimeneas rústicas, los aserraderos vacíos, las grandes, prestigiosas casas de madera sureña venidas abajo como flores destrozadas por los duros dientes del olvido, y busco el sol en los huertos cuyos párpados lo esconden.

Todo me espera en la estación sumergida, nuevamente, en la empapada de malezas, la crecida de sueños angustiados y torvos, mientras el tiempo detenido cierra sus pesados portones y confusamente respira en el mar del invierno.



En el mudo corazón del bosque
Jorge Teillier







10 nov 2012




Vayan al Tibet. 
Monten en camello. 
Lean la bíblia. 
Tiñan sus zapatos de azul. 
Déjense la barba. 
Den la vuelta al mundo en una canoa de papel. 
Suscríbanse al Saturday Evening Post. 
Mastiquen sólo por el lado izquierdo de la boca. 
Cásense con una mujer que tenga una sola pierna 
y aféitense con navaja. 
Y graben sus nombres en el brazo de ella.

Lávense los dientes con gasolina. 
Duerman todo el día y trepen a los árboles por la noche. 
Sean monjes y beban perdigones y cerveza. 
Mantengan la cabeza bajo el agua y toquen el violín. 
Bailen la danza del vientre delante de velas rosas. 
Maten a su perro. 
Preséntense al Alcalde. 
Vivan en un barril. 
Pártanse la cabeza con un hacha. 
Planten tulipanes bajo la lluvia.

Pero no escriban poesía.



CONSEJO AMISTOSO A UN MONTON DE JOVENES 
de Charles Bukowski



GRACIAS:  Corina Iglesias