4 abr 2012



Por un minuto tuvo el impulso de darse la vuelta y verlo directamente, pero, a pesar de ser muy directa en la mayoría de sus acciones, ésta nueva interferencia, hacía estragos y la convertía en otra. Ahora, la frágil ella, se dejaba dominar por algo que estaba recién despertando en su interior, incapacitada ante cualquier astucia prevista. No deseaba que la sorprendiesen en el acto, menos él. Era un sentimiento curioso el que la invadía, le revolvía el estómago y la dejaba sin respiración, le aglomeraba la sangre en las mejillas y la desertaba del habla. Si se hubiera visto desde un punto objetivo la mayoría de acciones eran poco beneficiosas para ella, si hubiera sido en otra ocasión, quizás, ya hubiese huido, pero con él… con él todo era diferente.


El día en que decidió llorar












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