18 sept 2010

¿Necesidad de Reconocimiento?

Estaba leyendo un texto de Hugo Leale, que se llama ENDROGADOS Y EMPASTILLADOS. Nuevas formas de lo viejo. y me llamo mucho la atención este apartado:

NANDROLONA, RISPERIDONA... MARADONA

A fines de 2005, D.M. aparecía como un “hijo pródigo” del país; volvía 'recuperado' de sus excesos y conquistaba otra vez la admiración del público. Volvía a brillar como centro de un espectáculo, no deportivo en esa ocación, sino televisivo. ¿De qué se hablaba cuando se hablaba de “recuperación”?, quiero precisar la pregunta: ¿se puede decir que hubo alguna modificación subjetiva en el 'Diez'?. Para no quedar como un aprovechado que escribe -hoy, 2007- con la perspectiva de casi dos años, me parece importante aclarar que los puntos centrales de este apartado fueron enviados al correo de lectores de un matutino... que no lo publicó.
Creo que la opción de hierro de la que D.M. no puede zafar es la siguiente: “Ó es consumido ó consume”; de allí que el título de este apartado pone su apellido en línea con (otros) fármacos. La cuestión de la identidad parece jugarse exclusivamente, en su vida, en torno al fenómeno adictivo. Cuando ocupa el lugar de ídolo, cuando es objeto de adoración de masas (futboleras) recibe reconocimiento, recibe una carga de libido narcisista que lo recubre y, al menos transitoriamente, lo contiene, lo estabiliza. Al menos transitoriamente encuentra sosiego una desesperación perceptible en la desmesura de los consumos que realiza: comida, pastillas, cocaína, alcohol, tabaco, sexo. El exceso informa tanto de los agujeros en el ser como de la imposibilidad de llenarlos.
“Si no soy consumido por los otros, ¿qué soy?”; esta pregunta debe iterar en algún lugar sin ser formulada. Vacío de palabras que se soluciona al ser droga para los otros o al consumirla él mismo. Cara y cruz inseparables de una misma moneda. ¿En dónde habría un atisbo de modificación subjetiva?. En el descarte de la moneda entera, en aceptar caer del lugar de droga-objeto de adoración-objeto de consumo.
Diego 'sabe' que su velorio y entierro convocará a multitudes, 'sabe' que su muerte será convertida en un espectáculo del cual él será un protagonista estelar. En realidad, no él -persona-, sino su imagen de ídolo. Diego camina hacia su muerte sin poder (¿sin querer?) detenerse. Porque si no consigue darse a sí mismo otra oportunidad, esto es: crecer en vez de engordar; su cuerpo dirá basta; como lo dice el cuerpo de todos aquellos que llegan más o menos a la misma encrucijada.

[Recuerdo, para los desmemoriados, que aquél programa se llamaba “La Noche del Diez”. ¿Preanunciaría que al Diez se le venía la noche?]


Buenos Aires, Abril 2007


Me pregunto: ¿Hasta qué punto puede llegar esta necesidad de reconocimiento, esta vaciedad, el hecho de nunca poder sentirnos mal, de  tener que rendir al máximo siempre?. ¿Hasta qué punto lo que uno cree que no puede modificarse en la realidad, tanto objetiva como subjetiva, se cambia en la imaginación?.

Bueno, les dejo el link para que puedan leer el artículo completo,se los recomiendo:
http://catedrapsicologiapreventiva.blogspot.com/2007/06/endrogados-y-empastillados-nuevas.html


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