Cuando
por la calle, en el mercado o no importa dónde, le decían que era
hermosa, enrojecía, un poco turbada, y después estallaba en risas: «Es
la risa loca», decía, «la tenía ya desde pequeña y no termina nunca. Es
más fuerte que yo, más fuerte que las lágrimas que jamás vertí.» Y
habiéndome cogido, a mi turno, la risa loca, ella agregaba: «¿Ves? Es
contagiosa. Hay algunos que contraen el frío, otros, la alegría...»
Jacques Prévert,
en Infancia, traducción de Cristina Peri Rossi .
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