Somos seres en constante migración: del sueño a la vigilia, de la juventud a la madurez, del ruido al silencio, del enamoramiento al amor duradero o la desilusión. A veces imagino un instrumento, como una brújula o altímetro, que pudiese medir el flujo de las emociones, un instrumento hermoso como reloj de arena con con miles o cientos de ramificaciones y arenas de diversos colores. Uno podría llegar a su casa y ver al compañero o compañera, al hijo y leer en esa brújula magnífica el color de su ánimo, si está en marea alta o marea baja y así percibir si es palabras o un simple abrazo lo que el otro necesita. Por el momento, tenemos que conformarnos con los ojos....pero es que amo los relojes de arena.
Gioconda Belli
No nos es posible la quietud...
ResponderEliminar¡Y que bien se siente!
EliminarYa tendremos mucho tiempo de quietud.