Un día nació en su alma el deseo de modelar la estatua del «Placer que
dura un instante». Y marchó por el mundo para buscar el bronce, pues sólo podía
ver sus obras en bronce.
Pero el bronce del mundo entero había desaparecido y en ninguna parte
de la tierra podía encontrarse, como no fuese el bronce de la estatua del
«Dolor que se sufre toda la vida».
Y era él mismo con sus propias manos quien había modelado esa estatua,
colocándola sobre la tumba del único ser que amó en su vida. Sobre la tumba del
ser amado colocó aquella estatua que era su creación, para que fuese muestra
del amor del hombre que no muere nunca y como símbolo del dolor del hombre, que
se sufre toda la vida.
Y en el mundo entero no había más bronce que el de aquella estatua.
Entonces cogió la estatua que había creado, la colocó en un gran horno
y la entregón al fuego.
Y con el bronce de la estatua del
«Dolor que se sufre toda la vida» modeló la estatua del «Placer que
dura un instante».
El artista
Oscar Wilde
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