1 sept 2012

El leteo, de Las flores del mal

" Ven a mi pecho, alma sorda y cruel, 
Tigre adorado, monstruo de aire indolente; 
Quiero enterrar mis temblorosos dedos 
En la espesura de tu abundosa crin; 

Sepultar mi cabeza dolorida 
En tu falda colmada de perfume 
Y respirar, como una ajada flor, 
El relente de mi amor extinguido. 

¡Quiero dormir! ¡Dormir más que vivir! 
En un sueño, como la muerte, dulce, 
Estamparé mis besos sin descanso 
Por tu cuerpo pulido como el cobre. 

Para ahogar mis sollozos apagados, 
Sólo preciso tu profundo lecho; 
El poderoso olvido habita entre tus labios 
Y fluye de tus besos el Leteo. 

Mi destino, desde ahora mi delicia, 
Como un predestinado seguiré; 
Condenado inocente, mártir dócil 
Cuyo fervor se acrece en el suplicio. 

Para ahogar mi rencor, apuraré 
El nepentes y la cicuta amada, 
Del pezón delicioso que corona este seno 
El cual nunca contuvo un corazón. "

Hay en mí más recuerdos, de Las flores del mal

" Hay en mí más recuerdos que en mil años de vida. 
Una cómoda llena de finales de cuentas, 
versos, cartas de amor, con romanzas y pleitos, 
y mechones espesos enrollando recibos, 
guarda menos secretos que mi triste cerebro. 
Es como una pirámide, un inmenso sepulcro 
que contiene más muertos que la fosa común. 
-- Soy como un cementerio que la luna aborrece, 
donde largos gusanos, como remordimientos, 
se encarnizan sin tregua con mis muertos queridos. 
Soy un viejo boudoir donde hay rosas marchitas, 
un rebujo anticuado de las modas de ayer 
y pasteles dolientes, y Bouchers palidísimos 
respirando perfumes de unos frascos vacíos. 

Nada existe más largo que los días ingratos 
cuando caen los copos de los años nevosos; 
el hastío, que es fruto de la triste desgana, 
toma las proporciones de una cosa inmortal. 
-- Oh, materia viviente, vas a ser desde ahora 
el granito rodeado del horror más confuso, 
dormitando en el fondo de un brumoso Sahara; 
una esfinge ignorada por el mundo insensible, 
olvidada en el mapa, cuyo umbrío talante 
sólo canta a la luz que da el sol en su ocaso. "



Las Flores del Mal
Charles Baudelaire














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