"De todo lo escrito, solo aprecio lo que uno ha escrito con su sangre.
Escribe con sangre y sabrás que la sangre es espíritu.
Harto difícil es entender la sangre ajena; odio a los que matan el tiempo leyendo.
Quien conoce al lector, ya no hace más nada por él. Cuando haya transcurrido un siglo más de lectores, el espíritu mismo empezará a heder.
El que todo el mundo tenga una oportunidad de aprender a leer, arruina a la larga no sólo las plumas, sino también los pensamientos. En un tiempo el espíritu fue Dios, luego se hizo hombre, y ahora hasta se ha hecho plebe.
Quien escribe con sangre, y escribe sentencias, no ha de ser leído, sino aprendido de memoria.
En la montaña, el camino más corto es de cima encima; pero para eso hay que tener las piernas largas. Las sentencias han de ser cimas; y aquellos a quienes van dirigidas, hombres de talla elevada.
Vosotros miráis hacia arriba cuando ansiáis elevaros; yo miro hacia abajo, pues estoy elevado.
¿Cuál de vosotros puede reír y estar elevado a un tiempo?
Quien escala las más altas cimas se ríe de todas las tragedias, reales o ficticias. Impávidos, burlones y violentos nos quiere nuestra sabiduría; es mujer y ama sólo a los guerreros.
Decís: "La vida es una carga muy pesada". Pero ¿para qué teneis a la mañana vuestro orgullo y a la noche vuestra resignación?
La vida es una carga pesada, ¡vamos, nada de sentimentalismos! Todos somos unos burros y burras mansitos y sufridos.
¿Qué tenemos en común nosotros con el botón de rosa que tiembla porque ha caído en él una gota de rocío?
La verdad es que amamos a la vida, no porque estemos acostumbrados a la vida, sino porque estamos acostumbrados al amor.
Hay siempre un poco de locura en el amor. Mas también hay siempre un poco de razón en la locura.
Y yo, que soy amigo de la vida, opino que las mariposas, las pompas de jabón y los hombres de naturaleza afín son los que mejor conocen la felicidad. Viendo revolotear a esas ágiles y delicadas almas locuelas, llora y canta Zaratustra. Yo sólo creería en un dios que supiera bailar. Y cuando vi a mi diablo, lo encontré grave, serio, profundo y solemne, era el espíritu de la pesadez; a través de él caen todas las cosas. No la ira, si no la risa, mata. ¡Ea! ¡Aplastemos al espíritu de la pesadez!
He aprendido a caminar; desde entonces "me dejo correr". He aprendido a volar; desde entonces no espero a que me empujen para moverme del sitio. Ahora soy ligero; ahora vuelo; ahora me veo debajo de mí; ahora un Dios baila a través de mí".
Muy bueno.
ResponderEliminarLa vida es una carga pesada, ¡vamos, nada de sentimentalismos!
ResponderEliminara bailar se ha dicho.
Besos
El...mi preferido. Un amor atemporal pero hay algo que me dice que nuestras almas se conocen y que recelosa de el que soy!!
ResponderEliminarHay siempre un poco de locura en el amor. Mas también hay siempre un poco de razón en la locura.
ResponderEliminarme gustaaaaaaaaaaaaaaaa!!!!
Besos.