Noche arriba los dos con luna llena,
yo me puse a llorar y tú reías.
Tu desdén era un dios, las quejas mías
momentos y palomas en cadena.
Noche abajo los dos. Cristal de pena,
llorabas tú por hondas lejanías.
Mi dolor era un grupo de agonías
sobre tu débil corazón de arena.
La aurora nos unió sobre la cama,
las bocas puestas sobre el chorro helado
de una sangre sin fin que se derrama.
Y el sol entró por el balcón cerrado
y el coral de la vida abrió su rama
sobre mi corazón amortajado.
Me parece mucho mejor dramaturgo que poeta, pero este en particular está muy bien.
ResponderEliminarQue soneto tan bello!!!
ResponderEliminarderroche de sensibilidad, hacía tiempo que no leía algo de él, ¡gracias por acercarlo!
ResponderEliminarbesos
Qué preciosidad. Verdad de Dios :)
ResponderEliminar¡Muchos besos y cariños, hermosa! Te quiero.
Noche arriba los dos con luna llena,
ResponderEliminaryo me puse a llorar y tú reías.
Bravo!
Yo quiero un rayo de ese sol...
ResponderEliminarQue lindo escrito. Un gran abrazo dominguero!